Factores clave para elegir una etiqueta
Una etiqueta bien diseñada y funcional puede hacer una gran diferencia en la presentación de tu producto y en la percepción de tu marca. No solo ayuda a atraer la atención del consumidor, sino que también comunica información esencial y refuerza la identidad de la marca. Pero, ¿cómo podemos elegir el tipo de etiqueta adecuado para cada producto? En este post os explicamos algunas claves.
Tipo de producto
Cada tipo de producto tiene unas necesidades específicas. Por ejemplo, los alimentos y bebidas requieren etiquetas resistentes al frío y a la humedad, mientras que los cosméticos necesitan que estas etiquetas mantengan su apariencia y durabilidad pese a la manipulación constante.
El ambiente y la exposición
¿Dónde se almacenará y usará tu producto? Los que están expuestos a la luz, el agua, aceites o químicos pueden requerir materiales especiales, como laminados resistentes o etiquetas impermeables. Las etiquetas de polipropileno ofrecen durabilidad y resistencia al agua, ideales para productos como bebidas, productos de limpieza y cosméticos.
Diseño visual (alineación con la marca)
El diseño visual es clave para atraer a los consumidores y reflejar la personalidad de tu marca. Algunas consideraciones a tener en cuenta son:
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- Colores y tipografía: asegúrate de que los colores y las fuentes se alineen con la identidad de tu marca. Un producto natural, por ejemplo, podría utilizar tonos tierra y fuentes más orgánicas.
- Legibilidad y claridad: la información clave, como ingredientes, instrucciones y beneficios, debe ser fácil de leer y estar bien distribuida en el diseño.
- Sobrecarga de información: muchas veces nos pasamos incluyendo textos o elementos en las etiquetas. Debemos evitarlo para no sobrecargar de información y distraer al consumidor.
¿Son los suficientemente legibles las etiquetas de los alimentos?
Disponer de información básica sobre los alimentos que consumimos, sus ingredientes, procedencia, si contienen aditivos, azúcares añadidos o su fecha de caducidad, se ha vuelto cada vez más crucial a la hora de asegurar una alimentación saludable y segura. Todo ello debería aparecer claramente especificado en el etiquetado de los productos, pero tal como denuncian las asociaciones de consumidores, son varios los elementos que dificultan su lectura y comprensión, que ponen en una situación especialmente complicada a los mayores y personas con dificultades de visión.
La última en poner el foco sobre ello ha sido la Organización de Consumidores y Usuarios que advierte en un encuesta realizada entre casi 1.000 personas de entre 18 y 79 años, que el 56% de las personas no lo lee con atención las etiquetas de las principales marcas. El motivo principal son las dificultades de lectura relacionada con el tamaño de la letra, «demasiado pequeña para la mitad de ellos». Esta dificultad se acrecienta con la edad, ya que la cita el 70% de los mayores de 60 años encuestados.
A raíz de estos resultados, la asociación de consumidores ha solicitado a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición que trabaje con las autoridades europeas para aumentar el tamaño de la letra del etiquetado de los alimentos, de los actuales 1,2 mm a los 3,0 mm. La OCU pide además destacar en el frontal del envase la información esencial: fecha de caducidad, lista de ingredientes y sistema Nutriscore, sin que tengan que competir en espacio con mensajes publicitarios.
Los expertos matizan que es una cuestión problemática difícil de modificar
Por el lado de los expertos recuerdan que el Reglamento (UE) no 1169/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 25 de octubre de 2011 mara que la letra del tamaño de las etiquetas debe ser mayor o igual a 1,2 mm. Pero, «no es de extrañar que se solicite este cambio, sobre todo porque puede resultar insuficiente para determinadas personas con dificultades de visión – no solo entre los mayores– y dado el respaldo que dan las cifras de la OCU que lo convierten en una demanda importante», opina Iciar Astiasarán, Catedrática de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Navarra.
Aún así advierte de que cambiar contenidos de este tipo «no suele ser sencillo» y requeriría que esta demanda se realizase también por otros países de la Unión Europea. «También hay que decir que el etiquetado de los alimentos ha sido y sigue siendo una cuestión problemática en la que resulta complicado alcanzar el equilibrio para que la información sea suficiente –permita al consumidor elegir adecuadamente–, pero no excesiva. Creo que el reglamento del 2011 fue una mejora respecto a la legislación anterior pero obviamente siempre puede mejorar».
Confusión entre fecha de caducidad y fecha preferente de consumo
Otro tema importante que señalan los expertos es el de las fechas de caducidad/consumir preferentemente antes de… «A veces esta información es difícil de encontrar y al tratarse de un tema de seguridad alimentaria debería de estar muy clara en la etiqueta», opina la catedrática de Nutrición. Sobre este asunto, la OCU ha solicitado al Ministerio de Consumo la realización de una campaña que distinga el significado de la fecha de caducidad de la de consumo preferente, ya que pese a que la mayoría de los encuestados aseguraban tener claro que su significado, solo el 41% supo contestar sobre sus diferencias.
La confusión es mayor entre los de más de 60 años que en otros grupos de población en parte porque miran mucho más que los de otras edades la fecha de caducidad y el origen del producto. Explicado de forma breve, la diferencia radica en que las fechas de caducidad indican «cuándo un producto ya no es apto para el consumo», mientras que las fechas consumo preferente indican «cuándo la calidad de un producto comienza a deteriorarse». Una información que también puede ser utilizada por las marcas para confundir al consumidor.
Nutriscore: qué es y en qué consiste esta clasificación
Todos lo hemos visto en el súper. Una etiqueta en muchos alimentos que nos muestran cinco letras, entre la A y la E, con cinco colores diferentes. Pero seguro que más de una vez te has preguntado qué es y cómo funciona. Para resolver todas esas dudas, os contamos todo lo que necesitamos saber sobre Nutriscore.
¿Qué es Nutriscore?
Es un sistema de etiquetado frontal (FOPL) implantado en España en 2021 que aparece en la parte delantera de los envases de los alimentos para facilitar a los clientes información sobre la calidad nutricional de los mismos. Podríamos decir que se trata de un breve resumen visual del valor nutricional del producto, donde se indica básicamente si el alimento es saludable o no lo es en base a su composición nutricional.
El motivo de esta implantación en los productos es para ayudar al consumidor a entender el etiquetado de la parte de atrás del producto ya que puede ser difícil de comprender o se puede llegar a malinterpretar. Aparece con letra muy pequeña y se necesitan conocimientos para entender los datos.
¿Por qué implantar un FOPL si ya aparecen el listado de ingredientes y la calibración nutricional en el etiquetado?
Porque para la mayor parte de la población esta información es incomprensible y normalmente malinterpretada. Sobre todo porque las alegaciones nutricionales en los productos confunden al consumidor (ej. producto ultraprocesado enriquecido con calcio o vitaminas o con el 100% de la cantidad recomendada de calcio).
En dicha etiqueta aparecen los colores que van del verde intenso al rojo, (verde, amarillo, naranja, rojo) y asignados a cada uno de ellos una letras (categorías de la A a la E), siendo teóricamente la A mejor opción (o más saludable) y la E la peor opción (no recomendada).
Mediante una serie de algoritmos, la herramienta determina el color/letra final del alimento, para ello se tienen en cuenta las variables calorías, azúcar, sal, grasa saturada (siendo aspectos negativos ) y las frutas, verduras, aceite de oliva, nuez o colza, fibra y proteínas (teniendo en cuenta como aspectos positivos).
Beneficios de Nutriscore
Es una herramienta de fácil utilización que puede servir como guía a la hora de elegir ciertos alimentos y descartar los procesados azucarados o con exceso de sal.
Inconvenientes de Nutriscore
En lugar de clasificarse por nutrientes, debería disuadir categorías completas de alimentos. Por ejemplo, bollería: producto malo y no recomendable, aunque contenga fibra, vitaminas o verduras: algo bueno y recomendable para la salud.
Es un algoritmo que diferencia entre los distintos tipos de ácidos grasos (saturados-insaturados) de manera que los engloba todos en GRASA y el algoritmo considera la grasa como factor no saludable, por ello alimentos saludables como los frutos secos pueden tener un Nutriscore poco favorable.
¿Qué son los ácidos grasos saturados? Son las que llamamos “grasas malas” ya que aumentan el colesterol LDL. Estos son algunos ejemplos de alimentos: carnes rojas, leches enteras, frituras, mantequilla, bollería… En grandes cantidades resultan calóricas y perjudiciales para la salud pero su consumo es apto si se hace en cantidades controladas. Además, algunos alimentos ricos en grasas saturadas (como el ghee, el huevo, el aceite de coco) ya han demostrado beneficios para la salud, por lo tanto no todas las grasas saturadas son iguales y por ello no debemos incluirlas en el mismo saco.
¿Qué son los ácidos grasos insaturados? Son de gran importancia en nuestra alimentación ya que pueden ayudar en el correcto funcionamiento de sistemas cardiovasculares y cerebrales.
Esta herramienta tampoco distingue entre los diferentes tipos de aceite. No es lo mismo el aceite de oliva virgen extra (que sería la mejor opción) que el aceite de oliva o el orujo de oliva. Al tratarse de un alimento 100% grasa le confiere a todos la misma puntuación Nutriscore.
Clasifica los refrescos “zero” en la categoría B porque contienen poco azúcar. No obstante, todos sabemos que los refrescos, que son una gran mezcla de conservantes, edulcorantes y ácido carbónico, distan bastante de tener una puntuación B, ya que lejos de ser poco saludables la realidad es que son muy perjudiciales para nuestra salud.
Conclusiones sobre Nutriscore
El Nutriscore es una herramienta fácil de usar como orientación para saber si un alimento contiene poco azúcar, poca grasa y poca sal, pero no determina la calidad del alimento, ni la matriz del mismo, ni la procedencia o calidad se sus ingredientes, ya que los algoritmos que utiliza son muy limitados.
Para realizar una compra saludable lo ideal es organizarla por categorías, es decir, no añadir a nuestra lista productos de bollería, refrescos o ultraprocesados. Cuando consumamos alimentos envasados, es importante leer los ingredientes en el listado y la denominación del producto, ya que es el único lugar del envase donde realmente nos indican de qué producto se trata, tipo de ingrediente utilizado y número de conservantes (cuantos menos mejor).
Dar prioridad a aquellos alimentos que contengan menos menos azúcar (con mucho cuidado, porque hay muchísimas formas de expresar el azúcar a modo de jarabe de glucosa sacarosa etc…) menos sal y menos conservantes (los conservantes se pueden expresar mediante la “E” o mediante el nombre completo y en cuestión de grasas escoger aquellos que contengan aceite de oliva, colza o nuez).