La nueva animación del director y artista gráfico Nicolas Ménard muestra cómo la marca Corona se entrelaza con la historia de México.
Grabando el nuevo anuncio de Corona
El último spot de Corona, una de las marcas más reconocidas de México, es un corto televisivo animado al estilo cinematográfico de los años 60 e inspirado en la obra del icónico artista mexicano Pedro Friedeberg. Dadas las similitudes en su obra, el creador Nicolas Ménard era el idóneo para producirlo.
La obra de Friedeberg incluye esculturas, muebles, pinturas, murales… todo con unos patrones de bordes duros y afilados. Ménard intentó suavizar estas líneas con toques cinematográficos y creó 71 personajes en miniatura, 350 réplicas de la botella transparente de Corona y cuatro caras de sol con los labios de diferente manera para que diera la sensación de movimiento, sin contar la perturbadora cantidad de mini accesorios.
Un stop-motion de tal escala requería (obviamente) un equipo gigantesco para llevarlo a cabo. Las fases del proceso eran cruciales: desde los bocetos para el diseño de cada habitación hasta la traducción a 3D, pasando por la composición de la música.
Como resultado, el corto dinámico refleja la artesanía y el proceso de animación. El racord es casi invisible, ya que las escenas se deslizan una tras la otra con una gran suavidad: sólo refuerzan la narración precisa del actor Gael García Bernal.
Este stop-motion que, por una parte no hace sino reflejar el duro trabajo de todo el equipo para hacer que un proyecto animado funcione, por la otra muestra cómo los medios creativos y las ideas más innovadoras resultan ser los más poderosos y exitosos.