Hyuro, la artista de murales y calles del mundo
Hyuro, la artista tras los dibujos íntimos que cubren murales y calles de todo el mundo
La artista originalmente de Argentina que ahora reside en Valencia, Tamara Djurovic –conocida como Hyuro– viaja por el mundo para inmortalizar su legado ilustrativo en paredes y calles de Brasil, Italia, España, Bélgica y Países Bajos. Con composiciones que rescata de sus sueños, sus obras combinan cuestiones políticas y una sensibilidad surrealista, creando un estilo íntimo, honesto y suave que contrasta con elementos arquitectónicos y entornos urbanos.
Mujeres invisibilizadas, personas que luchan a diario, promesas y sueños rotos, objetos ordinarios, emociones sinceras, chispas de vida en laberintos urbanos. Así es el arte callejero de Hyuro que no pinta en la calle, sino «habla con la calle». El famoso graffitero nacional Escif (Premio Gràffica 2011) la describe así: «Su trabajo es íntimo y muy personal; su universo, inquietante y seductor. Su lenguaje es sincero y cercano. Su cabeza son sus manos y su pintura es un regalo para las calles de la ciudad».
El artista, también conocido por su libro Elsewhere, admite que en su trabajo, Hyuro no habla de ella, sino habla con ella. «Utiliza la pared como un espejo en el que se busca constantemente y es, en este proceso, que la pintura rescata el eco de esa conversación que mantuvo con ella misma», enfatiza Escif, la persona con la que Hyuro forma un dúo de street artists. Su arte va, sin duda, más allá del muralismo.
Hyuro usa colores suaves, casi pálidos que capturan la delicadeza de sus sujetos pintados. Dibuja ropa, situaciones u objetos que recuerdan momentos –épocas o incluso siglos– cuando las mujeres solo se percibían como amas de casa. De ahí a que las dibuje sin caras, prestando especial atención a detalles de sus cuerpos. Sin embargo, más allá de cualquier crítica específica de género, Hyuro explora no solo complejidades de los seres humanos, sino también se centra en sus experiencias personales y emociones puras y difíciles.
«Al acercarnos, encontramos la atracción de quien encuentra una ventana abierta. Hyuro nos hace este regalo con cada pared que pinta, permitiéndonos conocer un poco más de ella y, sobre todo, un poco más de nosotros mismos.
En este ejercicio de reconocimiento, nos enfrentamos con la evidencia de que lo salvaje es un estado primario en el que todos somos iguales. El personaje que vemos en la pared no es nadie y somos cada uno de nosotros… las mujeres, los lobos, los niños, los enamorados…. los otros. Sí, los otros.
Hyuro no pinta en la calle. Hyuro habla con la calle. Y lo hace con tanto respeto y cariño, que somos los demás los que, al acercarnos, pintamos las paredes que ella tan solo susurra.
Silencio… las paredes todavía tienen mucho que decir», Escif sobre Hyuro.