Archivo mensual 15 mayo, 2024

Rebranding masivo y el «serifacidio»

En los últimos años, hemos sido testigos de una tendencia generalizada entre las empresas y marcas líderes en el mercado: el rebranding, que se ha caracterizado por una simplificación notable de sus logotipos.

Este movimiento ha coincidido con el surgimiento y la expansión de la tecnología, así como con la creciente tendencia hacia la búsqueda y la compra digital. En este contexto, las empresas han optado por simplificar sus logotipos para mejorar su legibilidad, entre otras medidas, eliminando las serifas, esos adornos que decoran las terminaciones de las letras y que proporcionan carácter y distinción visual a una marca.

 

Con el paso del tiempo, el resultado de estas simplificaciones es evidente: los detalles ornamentales de los logotipos, que antes conferían personalidad e individualidad a las marcas, han desaparecido en gran medida. Este cambio se ha extendido a diversos ámbitos, como la moda, el deporte y el automovilismo. Una de las razones principales detrás de esta evolución es la adaptación de los logotipos a los formatos y tamaños reducidos de las aplicaciones en pantallas de dispositivos móviles, donde la calidad y la legibilidad pueden deteriorarse.

Sin embargo, ¿es realmente necesario sacrificar las características que diferencian a las marcas para llegar a un público más amplio? Al parecer, la respuesta es afirmativa.

La mayoría de las marcas han optado por cambiar sus enfoques creativos, reconociendo que la esencia y la relevancia de una marca en el mercado no dependen únicamente de su logotipo. En su lugar, han buscado acercarse a un nuevo público objetivo: personas jóvenes con ideales sociales claros y definidos en sus estilos de vida. Este cambio de estrategia pretende romper con los roles establecidos anteriormente por las marcas.

 

 

 

 

 

No obstante, surge la pregunta de si realmente vale la pena simplificar la imagen y, en algunos casos, los valores de marca de los logotipos en aras de la legibilidad digital y la modernización minimalista, especialmente cuando la cultura social parece estar inclinándose en dirección opuesta. ¿Hemos sacrificado demasiado la identidad por la accesibilidad? ¿Habrá aceptación o rechazo cuándo volvamos a inclinar la balanza hacia el lado de la ornamentación?